Orgullo y Juicio: ¿por qué y para qué haces lo que haces?

Muy ciertamente, en más de una ocasión en la vida, hemos conseguido algo con nuestras propias fuerzas. En nuestro carácter humano, guiados por el orgullo y las experiencias, consideramos que "las cosas deberían ser así, y punto". ¿Cuánto esfuerzo cree que le toma al ser humano llegar a este punto, aún considerando que todos a su alrededor ven en usted a una persona humilde que está cometiendo un error?

Esta es la pregunta que vino a mi mente cuando leí sobre el censo que David envió a realizar en Israel y Judá. Este episodio lo encuentran en 2 Samuel 24. Desde que leemos sobre David, mucho antes en la Biblia, sabemos que Dios lo escogió por su corazón humilde. Así como mencionaba en otro blog. Sin embargo, David no presenta esta idea a Dios. Tampoco escuchó a Joab, jefe de su ejército, cuando le hizo la pregunta: ¿por qué o para qué quiere usted hacer este censo?. David ordena que se haga y punto. El censo finalmente se hizo, contando 800 mil hombres en Israel y 500 mil hombres en Judá. ¡Pero después vino el ay, ay, ay!

Dios confronta a David por medio del profeta Gad y le dice que ha pecado contra Él. David reconoce su pecado y pide perdón a Dios, ¡pero hay consecuencias!. Dios le permite a David escoger: a) tres años de hambre en toda la tierra (Septuaginta - LXX - traduce como 3, Reina-Valera traduce como 7), b) tres meses huyendo de sus enemigos, c) tres días de una terrible plaga en el país. David se angustia y termina cediendo a la bondad de Dios. Resultado: opción c.

Hay algunos pensamientos en los que debemos meditar: a) ¿Por qué este censo fue pecado?, b) La condición humana de David, c) La misericordia de Dios al permitirle elegir el castigo (finalmente el menos severo). Respecto al primer punto, hay muchas opiniones sobre las razones por las que fue pecado: a) porque fue hecho a menores de 20 años y no eran aptos para la guerra, b) porque no se pagó un tributo por las almas censadas, c) porque David tenía en mente establecer un tributo a todos los censados, d) porque Dios no le ordenó (ni le confirmó) hacerlo, e) porque David desconfió de Dios, el Todopoderoso que le había dado victoria a otros personajes como Josué con menos hombres de guerra, f) porque David se preparó para enrolar un ejército, cuando Dios es quien pelea nuestras batallas. Respecto al segundo punto, vemos que la condición del corazón de David ya había sido afectada por el poder, la soberbia, y el ego; y finalmente decidió hacer algo sin consultarlo a Dios (cuando Dios mismo le había exaltado y colocado en ese puesto). Respecto al tercer punto, entendemos que Dios es tan bondadoso, noble, misericordioso, que te hace reflexionar en el error y, de acuerdo a su Soberanía, te puede disciplinar a como Él estime.

Mi reflexión ante este asunto es el siguiente: como seres humanos tendemos a cometer errores, somos imperfectos. A veces creemos que nuestra posición respecto a muchos asuntos es la prevalente y la única. Y si estamos equivocados, terminaremos persuadiendo a otros hacia la misma equivocación. En resumen, nos vencen el ego y el exceso de seguridad. Por el contrario, Dios quiere que le amemos con todo y tengamos una relación directa con Él. No entienda esto como si debemos pasar por Él decisiones mínimas como cuando beber agua. Sin embargo, para decisiones importantes siempre debemos consultarlo con Él: ¿debo casarme con esta persona?, ¿es esta la casa que debo comprar (o tienes una mejor para mi que aún no me muestras)?, ¿debo irme del país?, ¿me conviene este negocio o empleo?

Hay tantos ejemplos que podría ofrecerles, pero lo que sigue es la consecuencia de caer en la ceguera ocasionada por nuestras propias fuerzas. Dios disciplina (castiga) porque ama y porque quiere ayudarnos a ser mejores. Aún en Su castigo, nos mostrará que Él puede ser un Padre comprensivo y no necesariamente nos borrará del mapa. Al final del día, considero que este es un llamado a la auto-reflexión en el carácter, la confianza en Dios, la capacidad de dirigirnos con Su aprobación (y bendición), la oportunidad de aprender de nuestros errores, y reconocer que una vez tomada una decisión, no hay vuelta atrás: ¿vas con Dios o contra Dios?

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